¿Qué pasaría si te dijera que tus emociones no son solo estados mentales, sino también procesos bioquímicos que impactan todo tu ser?
En su revolucionario libro “Moléculas de la emoción”, la doctora Candace B. Pert nos lleva a un viaje sorprendente por la ciencia del sentir, revelando cómo nuestras emociones están escritas en cada célula de nuestro cuerpo.
Hoy quiero compartir contigo las ideas esenciales de esta obra que une la biología, la psicología y la espiritualidad.
1. ¿Qué son las moléculas de la emoción?
- Candace Pert descubrió que existen péptidos —moléculas diminutas— que transportan información emocional a través del sistema nervioso y el cuerpo entero.
- Estas moléculas permiten que las emociones no sean solo pensamientos, sino reacciones físicas reales que afectan nuestro bienestar.
Resumen en una frase:
Sentimos con todo nuestro cuerpo, no solo con nuestra mente.
2. El cuerpo como una red de comunicación emocional
- Cada célula posee receptores que “leen” las emociones químicas.
- El sistema inmunológico, el digestivo, el respiratorio… todos participan en el proceso de sentir.
Conclusión: No existe separación real entre cuerpo y mente.
3. Implicaciones para la sanación y el crecimiento personal
- Nuestras emociones no son “algo pasajero”: dejan huellas bioquímicas.
- Procesar, entender y transformar nuestras emociones impacta directamente nuestra salud física y mental.
- Sanar emocionalmente es sanar biológicamente.

4. Emociones, consciencia y expansión interior
- Las emociones no son enemigas, sino mensajeras.
- Entender este lenguaje interno nos permite:
- Liberar bloqueos.
- Activar procesos de autocuración.
- Expandir nuestra consciencia desde lo tangible hacia lo sutil.
Candace B. Pert abre un puente entre ciencia y espiritualidad: sentir es conocer.
CONCLUSIÓN
Las moléculas de la emoción nos invitan a dejar de vernos como fragmentos separados: mente, cuerpo, alma son uno solo.
Aprender a escuchar nuestras emociones es aprender a escuchar nuestro ser completo.
Sanar no es ignorar lo que sentimos.
Sanar es darle voz a nuestro cuerpo.
Y ese es uno de los actos más profundos de amor propio y expansión que podemos ofrecer al mundo.
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